El mismo contó con la presencia del Presidente del Concejo Deliberante, Escribano Javier Santarone, la Secretaria de Gobierno, Lorena Otermin, la Inspectora Jefa Distrital, María Marta Vargas, la Inspectora d Piscologìa, Sandra Derdoy. Primeramente se recibieron a las banderas de ceremonias de la institución anfitriona, ingresaron los docentes jubilados, los que titularizaron ese año. Se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino, se produjo el arrío de la bandera, se entonó la marcha a Sarmiento y se colocó una ofrenda floral en el busto que se encuentra ubicado en la puerta del establecimiento de calle Madero. La única oradora fue la Inspectora Vargas quien manifestó, "Domingo Faustino Sarmiento es un personaje tan insigne como singular y polémico dentro de la historia argentina. Matices y rasgos de su vida pública y privada se han ido completando y saliendo a la luz a través del paso de los años. Brillante y controvertido, es pasible de loas y de críticas. Sarmiento forma parte del panteón de los próceres con el mote de "padre del aula". Lo han condenado a ser el gran educador de la Argentina, lo que parece en parte- una injusticia porque hizo mucho más que eso. La educación -sin dudas- fue su obsesión durante gran parte de su vida pero, además, se destacó como un gran polemista, un notable intelectual, uno de los grandes pensadores de la Argentina. Tenía opiniones muy categóricas, algunas realmente irritantes, lo que lo expuso y lo expone -aún hoy- a críticas. Aquello que pensaba lo decía o lo escribía, aunque fuese contradictorio con lo que había dicho o escrito poco tiempo antes. Tampoco le importaba quién se sintiera ofendido. García Hamilton lo llamó "el cuyano alborotador". Donde él estaba había polémica, conflicto, debate. Pero "alboroto" viene de "albor", del alba que rompe las tinieblas de la noche y anuncia un nuevo día. Eso fue Sarmiento. Trató de divisar una nueva Argentina que rompiera definitivamente con el atraso, con los valores coloniales. Fue un hombre del siglo 20 que le tocó vivir en el siglo 19. Hoy todas las escuelas están de fiesta al eco de su eterna gratitud para rendirle homenaje, y en su persona a todos los maestros argentinos en su día.
Su propósito fue fundamentalmente combatir la ignorancia, salvar a los pueblos de la barbarie y para ello nada mejor que la creación de establecimientos oficiales para formar maestros. Con la propagación de las escuelas normales, pudo resolverse en gran parte el problema del analfabetismo. De aquellas escuelas normales salieron las primeras generaciones de maestros que, mal pagados, pero con una vocación enorme de hacer patria, recorrieron de punta a punta el país inaugurando escuelas, ilustrando a grandes y a chicos sobre cosas de la tierra y por sobre todo hicieron algo grande: enseñaron a cantar el himno nacional y sobre los ranchos y los humildes locales escolares, enarbolaron la bandera de la patria. La figura gigantesca del civilizador se levantaba en cada uno de aquellos primeros y sufridos maestros oponiendo al poder de los dictadores otros poderes para aniquilarlos: la escuela, el maestro, el libro y el periódico: cuatro armas que sin derramar una sola gota de sangre, podían servir para ganar mil batallas. Ese "grande entre los grandes", no era otro que Domingo Faustino Sarmiento. Un maestro de escuela. Hoy se viven tiempos distintos. Casi cincuenta mil establecimientos educativos en el país albergan a mas de 11 millones de estudiantes, que a su vez reciben la dedicación de mas de setecientos mil docentes.
Conscientes que el proceso de aprender no caduca y que cada día es una nueva oportunidad para que el milagro ocurra. Hoy estamos aquí reunidos no sólo para recordar la gran figura de Sarmiento y lo significativo de su herencia. Estamos aquí también, para dar cuenta que aquellos que nos antecedieron fueron allanando un camino, que si bien hoy aparece complejo, controvertido y hasta convulsionado, nos ofrece una nueva oportunidad histórica de seguir haciendo escuela desde el convencimiento profesional que la patria se construye desde las aulas. Es éste el ámbito que nos convoca, nos interpela y nos conmueve. Es éste el territorio donde el ser, el
hacer y el deber se conjugan forjando nuevos destinos para cada uno de nuestros estudiantes y sus familias, que día a día siguen confiando y esperando que algo de otro orden, suceda. Algo de otro orden que pueda romper con las cadenas de la sumisión, la ignorancia y la finitud. Por ello, deben ser estos momentos de reflexión y de celebración. Reflexión, por la gran responsabilidad vocacional y el desafío por-venir. Celebración, por la posibilidad de inaugurar destinos y esperanzas. Ya lo dijo el prócer: "La escuela requiere ante todo la presencia del maestro que es su alma y de la que depende su decadencia o progreso". Contundente e irrevocable colegas: de nosotros depende. Estamos todos convocados. La responsabilidad y la conmoción por un futuro más justo e inclusivo es el momento histórico del que somos protagonistas. Pero sólo la conciencia ética, política y profesional de nuestra labor será lo que defina de qué lado de la historia elegimos estar. La educación salva a los pueblos. Que nada ni nadie se imponga sobre esta condición. Feliz día". La propia Inspectora fue quien le tomò juramento a aquellos docentes que titularizaron en la presente temporada. Luego fue momento de quienes se alejan de las aulas como el caso de Susana Ithurrat de la Escuela 1, Mirta Arna de la Escuela Nº 8, Marita Tormey de Escuela Nº9, Liliana Aranciaga y Mary Aizpitarte de la Escuela Nº13, Cecilia Magalde de Escuela Nº15, Ana Corral del Instituto Pbro. Mauro Golè, Ana Prudente y Sonia Bonavita de la Escuela de educación Especial Nº 501, Julia Retes del Colegio Pbro. Mauro Golè, Rosana Ortiguera del Jardin Pbro. Mauro Golè, Marta Ramona Ferreyra, Ricardo Amodeo, Miguel Esquivel de la Escuela Secundaria 1 y Secundaria 3, Gladys Ohaco de la Secundaria Nº 3, Maria del Marcel Guma, Rosa Giorgis, de la Secundaria Nº 2 y Olga Suàrez del CIIE. El final fue a toda música y fue una docente quien deleitó a los presentes, Paola Avalos cerró la merecida fiesta de los educadores.